La digitalización como salida a la crisis

La digitalización del sector es una carencia y también una demanda puesta de relieve en los grupos de trabajo del Observatorio 2030 y, aunque en estos momentos la actividad en los distintos sectores ha descendido por el Covid-19, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Es necesario que aprovechemos esta crisis para acelerar una transformación de cada sector, basada en la puesta en valor de los productos y servicios ofrecidos y en la incorporación de nuevas prioridades, tecnologías y materiales.

El artista es creador de belleza. Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte. El crítico es quien puede traducir de manera distinta o con nuevos materiales su impresión de la belleza.

Digitalización en tiempos de crisis

En estos momentos son muchas las organizaciones que que han organizado su nivel de respuesta a la crisis en torno a la digitalización, generando un ecosistema de atención que actúa como un punto de encuentro natural para recabar información estratégica crucial, ayudando a mantener a la organización cerca de las necesidades en rápida evolución de sus clientes y prestando atención a las formas en que competidores y los mercados se están moviendo para satisfacerlos. 

El mapeo de estos cambios ayuda a abordar los riesgos inmediatos, sin duda, pero también permite estar a tiempo a la llegada de problemas y oportunidades más grandes, aquellos que podrían generar una interrupción o avance significativo a medida que la crisis continúa. 

Del mismo modo que las plataformas digitales han alterado los grupos de valor y las cadenas de valor en el pasado, la crisis de COVID-19 pondrá en marcha cambios similares a nivel de “ecosistema”, no solo cambios en la economía sino nuevas formas de servir a los clientes y trabajar con proveedores sin límites ni fronteras.

En momentos de crisis, las necesidades cambiantes generan cambios rápidos en la mentalidad y los comportamientos de los empleados en las organizaciones, que se manifiestan como una mayor disposición a probar cosas nuevas. 

Es una oportunidad para identificar de qué manera se comportan y aprenden los trabajadores con más talento. Una opción ofrecerles la posibilidad de exponer ideas y soluciones para el mejor funcionamiento de la organización en la que desempeñan su labor. Y esto no solo dentro de los límites de la propia organización, sino también con la cadena de valor: socios, clientes y proveedores. Es probable que estén más dispuestos que nunca a colaborar y compartir datos y aprendizajes para garantizar mejor la supervivencia colectiva de todos.

A menudo, en asuntos de personas, las mejores lecciones surgen de los tiempos más devastadores de las crisis. Creemos que las organizaciones pueden atender y superar simultáneamente las demandas críticas y cotidianas. Con su respuesta a la crisis pueden hacer realidad ideas únicas y comunicar su respuesta para ayudar a garantizar que un futuro digital sea más sólido y salir de la crisis del COVID-19 y aprender para otras posibles pandemias posteriores.

Escenario postCovid-19

Algunos expertos aseguran que las pandemias ya no llegarán cada década sino cada tres o cinco años. Este panorama cada vez más incierto cambiará su vida profesional como nunca. Y tendrá que estar bien preparado.

En este artículo se recogen algunas de las probables situaciones laborales que tendremos que afrontar

Pocos podían imaginar, cuando comenzaba este 2020 que transformará muchas cosas, que lo que estaba haciendo alguien en un pequeño mercado perdido en China, a miles de kilómetros de cualquier parte del planeta, iba a influir tanto en la vida, la salud, la economía y también en el trabajo de millones de personas en todo el mundo.

Si ese es el origen de esta pandemia del Covid-19, podemos aventurar que ese es también el comienzo (muy de película) de una transformación como nunca hemos visto en las relaciones laborales, en el mundo del trabajo, en la aparición y desaparición de profesiones y carreras (a un ritmo aún mayor que el que ya conocíamos) y en cómo desarrollamos nuestra actividad profesional, que posiblemente en unos meses cambie de tal manera que nos deje fuera de juego si no somos capaces de reaccionar a los cambios que se avecinan.

Muchos expertos sugieren ya que las pandemias, que hasta ahora se venían produciendo de década en década, llegarán cada tres o cinco años, y que deberíamos prepararnos para un nuevo escenario de incertidumbre con su larga cola de consecuencias de todo tipo. Y cada cierto tiempo.

Puede parecer agorero y catastrofista, pero en el panorama incierto que se abre ante nosotros ya vislumbramos algunas transformaciones profesionales que permiten adivinar que cuando todo esto acabe y se haga realidad eso de que “ya no seremos los mismos”, en el mundo del trabajo será mucho más evidente.

La explosión del teletrabajo es sólo la punta del iceberg. Lo que venga cuando termine esta crisis del Covid-19 podría ser otro virus y una nueva epidemia global, o un hackeo mundial que afecte a todos los sectores, o una catástrofe natural, o cualquier cataclismo… El carácter global de sus consecuencias debería pillarnos preparados para afrontarlas, sobre todo en el terreno profesional.

Joana Sánchez, fundadora y presidenta de Incipy e Inesdi Digital Business School, cree que “lo único constante a partir de ahora será el cambio, y habrá que adaptarse a él, y convertirlo en oportunidades”.

Los cambios afectarán a los sectores en los que podemos encontrar trabajo y desarrollar profesiones de éxito. La crisis que estamos pasando revela la pujanza de actividades tradicionales y de sectores que teníamos por obsoletos, la irrelevancia de ciertas profesiones a las que tal vez estábamos concediendo una importancia exagerada, la necesidad de perfiles relacionados con una habilidad tecnológica, científica, matemática y de ingeniería, y la escasez de otros que serán necesarios en el futuro, sobre todo si las incertidumbres globales se hacen cada vez más frecuentes.

El acelerón espectacular del teletrabajo es apenas una muestra de lo que viene: nuevas formas de trabajar; una manera diferente de ser valorados y recompensados; una relación nunca vista con nuestras empresas, empleadores y jefes; fórmulas de control adaptadas a los nuevos modelos de actividad por proyectos, de trabajar sin ir al trabajo, de diferentes portfolios de carreras, de empleos híbridos…

Javier Blasco, director The Adecco Group Institute, afirma que “llega un modelo mucho más flexible, pero no sólo por el teletrabajo. Habrá nuevas formas de actividad, las personas se tendrán que reinventar y los sistemas educativos tendrán que adaptarse. Blasco habla de una transformación de la formación para atender a las necesidades del empleo, de una “revolución de la universidad y de un contrato vital con la sociedad para poder ofrecer trabajos de éxito y que estén demandados”.

Elena Ibáñez, fundadora de Singularity Experts, explica que en este nuevo escenario “resultarán determinantes las habilidades a la hora de trabajar, la capacidad de adaptación y la flexibilidad. Es evidente que tendremos que trabajar de otra manera. Esto se irá acelerando y será crítico para normalizar los cambios. Y a muchos les pilla con el pie cambiado”.

Ibáñez añade que será necesaria una nueva capacidad para gestionar y liderar proyectos en un entorno con altas dosis de incertidumbre: “Si hoy vemos que la actividad profesional está muy ralentizada es por la incapacidad de los gestores para poner en marcha proyectos en remoto“.

Javier Blasco no está de acuerdo con que el trabajo dependa de coyunturas como la actual, y tampoco cree en la predicción de que vaya a haber pandemias cada 3 ó 5 años. Aun así, y ante la avalancha de entornos cambiantes, sugiere la adquisición de conocimientos y habilidades que permitan tener capacidad de reacción

Fin de la fórmula ‘formarse-trabajar-jubilarse’

Parece evidente que habrá que recurrir a nuevos modelos de formación que nos armen para los cambios e incertidumbres profesionales que se avecinan.

Millones de estudiantes de colegios, universidades y escuelas de negocios recibiendo clases online son hoy la imagen del cambio que viene, pero como ocurre con el teletrabajo, esto va mucho más allá. 

Probablemente la fórmula tradicional que sigue el camino de formarse-trabajar-jubilarse toque a su fin, y el gran cambio personal y laboral que todos experimentaremos no se refiere sólo al hecho de que pasaremos periodos más o menos largos en alguna modalidad de autoempleo en el que intercalaremos formación. La carrera promedio de cualquiera podría abarcar varias ocupaciones y más de media docena de empleos. Además, las nuevas generaciones, que probablemente vivirán más de un siglo, tendrán vidas laborales de más de 60 años. 

Los cambios que se avecinan auguran un futuro de especialistas en el que volveremos a la escuela y a la Universidad varias veces a lo largo de nuestra vida y de nuestra carrera.

Iremos a la Universidad o tal vez a otro tipo de instituciones educativas que nos brindarán la formación adecuada al nuevo mercado laboral, y no estaremos en ellas sólo tres o cuatro años. Será un aprendizaje continuo por el que tendremos que pasar muchas veces. Tantas como requieran los cambios y la adaptación profesional que tengamos que conseguir. Nos formaremos dos o tres años, y eso nos proporcionará un trabajo, pero tendremos que estar atentos a las transformaciones que se produzcan -y que, según los expertos, se amplificarán cada 3 ó 5 años-, y detectar las oportunidades y necesidades del mercado y de los empleadores, que nos obligarán a cambiar de actividad, de carrera, profesión y manera de trabajar. Y seguiremos acudiendo a ese nuevo mundo académico para tener nuevas experiencias formativas, en las que desarrollaremos capacidades y habilidades. Tendrá que ser una nueva Universidad (u otro tipo de institución) preparada para ayudarnos a lo largo de toda nuestra vida profesional.

Ese ciclo, en el que estarán presentes el cambio y la formación continua, hará que no sólo trabajemos, sino que también planifiquemos constantemente nuestra carrera, analizando las tendencias de futuro que nos ayudarán a conseguir una profesión de éxito. Tendremos una ocupación constante: analizar dónde están las bolsas de empleo con futuro -que no coincidirán con las más demandadas en ese momento– para desarrollar un plan de negocio de nuestra propia carrera, comprobando permanentemente si nuestras habilidades y nuestro trabajo siguen siendo actuales y necesarios.

Carlos Recarte, socio director de Recarte & Fontenla executive search, coincide en que la formación continua será necesaria para desarrollar nuevas competencias. Cree que “iremos hacia un modelo de certificaciones que no va a eliminar la Universidad y los másteres, pero en el que habrá más módulos y variedad de formación, con un menú mucho más amplio de profesiones y de carreras. Y la edad ya no será tan importante para seguir trabajando”.

Silvia Leal, experta en transformación digital y conductora de La cuarta revolución, afirma que “tendremos que estar preparados para hacer una cosa ahora y otra diferente en otro momento”, y sugiere la necesidad de que existan modelos mixtos de formación, que tienen que ver con lo que se conoce como trabajos híbridos. A saber, profesiones y puestos cada vez más complejos que requieren de múltiples habilidades. Se trata de un ejemplo claro de cómo evolucionan y se adaptan los perfiles en función de las necesidades del mercado. Por eso, quienes consigan adquirir las habilidades profesionales exigidas aumentarán cada vez más su valor.

¿Hay certidumbre sobre los sectores que tendrán éxito?

Ya hemos hablado de la ocupación constante que nos exigirá en el futuro estar pendientes de las bolsas de empleos con éxito y de los sectores pujantes. Lograr cierto grado de certidumbre sobre esto en un universo laboral incierto y cambiante será la clave para conseguir los mejores trabajos. Así, es bueno recordar que los predictores más potentes son aquellos que tienen que ver con lo que se conoce como línea de vida. Se trata de escoger los 5 ó 6 mejores y peores momentos profesionales de cada uno y analizar cuál es el común denominador. Así es posible detectar talento y descubrir fallos o aquello que no nos gusta o que no se nos da bien en nuestra vida profesional.

No sabemos si en ese escenario futuro de transformaciones frecuentes y con consecuencias globales se resolverá el gran problema que tienen aquellos que deciden o se ven obligados a cambiar de vida laboral: nadie puede aconsejarles acerca de los cambios vertiginosos del mercado, la aparición de nuevas profesiones y los caminos inciertos de su carrera.

En la presente crisis provocada por el coronavirus hemos comprobado que médicos, enfermeras y profesionales sanitarios, científicos que investigan sobre vacunas, transportistas, agricultores, ganaderos y pescadores; reponedores y cajeras son algunas de las profesiones esenciales que mantienen viva la economía en pleno confinamiento, en una época de economía del conocimiento y transformación digital. Por eso hay quien se pregunta si esta vuelta a ciertos perfiles tradicionales no debería hacernos cuestionar el futuro de muchos perfiles tecnológicos

Silvia Leal cree que “es cierto que hacen falta médicos y científicos, pero sin la tecnología esta crisis sanitaria y económica estaría siendo muchísimo peor, y sus efectos se multiplicarían por 50”.

Joana Sánchez coincide en que “volvemos a los básicos -medicina, agricultura, transporte-, pero cabe preguntarse qué sería de nosotros sin digitalización. En realidad, es la eHealth lo que está funcionando. Hoy la habilidad digital es básica para cualquier trabajo o cualquier sector”. La fundadora y presidenta de Incipy e Inesdi Digital Business School cree que la mejor estrategia para estar preparado para los cambios que traiga la próxima pandemia es la transformación digital de las organizaciones: “Las empresas que ya estaban preparadas en comercio electrónico y plataformas antes de que surgiera esta crisis, están sufriendo mucho menos sus embates“.

Sánchez señala la importancia demostrada estos días del sector primario. Parece evidente que un sector básico como éste debe desarrollar su ámbito digital . Y no cabe duda de que la revolución digital en la agricultura y la ganadería ya genera nuevas profesiones que transforman la producción, la tecnología, la eficacia, y la rentabilidad del sector primario.

Joana Sánchez recuerda que cada vez más granjeros usan la tecnología a diario: drones automatizados que monitorean los campos y recopilan datos sobre los cultivos o el ganado, y robots agrícolas que desarrollan las tareas agrícolas ya son parte del paisaje habitual. 

Para satisfacer las necesidades del sector primario, muchos profesionales deberán seguir caminos de aprendizaje de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, porque los nuevos perfiles de granjero digital implican una capacitación para el uso de vehículos autónomos, métodos de agricultura robótica o el diseño y aplicación de robots agrícolas.

Y a estas profesiones se añaden las conocidas como STEM (ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería), que influyen en el crecimiento de la innovación y la productividad de las economías avanzadas y son la vanguardia de la difusión de tecnología en el mercado laboral. 

Cómo controlar si la gestión del tiempo es diferente

Las nuevas fórmulas de actividad y los nuevos modelos de trabajo plantearán asimismo un debate sobre los límites éticos, jurídicos y laborales del control y vigilancia de unos profesionales que ya no funcionarán con parámetros tradicionales de gestión del tiempo, básicamente porque la relación entre empleado y empleador no tendrá nada que ver con la que conocemos hoy.

La frontera difusa entre el empleo y la vida personal implicará dificultades para comprobar cuándo se realiza efectivamente el trabajo. Habrá que tener en cuenta nuevos métodos de control y analizar el derecho a la intimidad y a la privacidad. Se plantearán cuestiones sobre el equilibrio perfecto para controlar y medir a los trabajadores.

A esto se añade que cuando es posible trabajar desde cualquier sitio y se confía en la profesionalidad de los equipos, hay conceptos y debates que saltan por los aires: nadie discutirá sobre la posibilidad de fichar al entrar y salir del trabajo cuando llegue la próxima pandemia, porque en los nuevos sistemas flexibles la base es la responsabilidad del empleado y la confianza del empleador en éste.

No habrá debates del tipo “por qué no salir a las seis de la tarde”… Seguramente se resolverán los problemas de muchas organizaciones sobre el equilibrio entre la vida profesional y personal; y también en todo lo que se refiere a la adaptación a los nuevos modelos de trabajo y carrera, a las de fórmulas de compensación, recompensa y reconocimiento.

Y tampoco podemos olvidar que la nueva relación entre humanos y robots en el ámbito laboral podría desarrollarse entre iguales (compañeros de trabajo), aunque las máquinas también pueden convertirse en jefes, o incluso adquirir la capacidad de contratar y proporcionar un empleo, ya que la inteligencia artificial puede dominar mecanismos y procesos de control, o intervenir en los procesos de selección, incluida la entrevista de trabajo.

La inteligencia artificial actúa ya como jefe-capataz más que como gestor de personas. En algunas compañías los empleados aceptan la implantación de microchips que se usan dentro de las instalaciones de la empresa para los controles de entrada y salida, para conectar los ordenadores e identificarse y también para adquirir productos en las máquinas de vending.

Es posible que entre las transformaciones en el mundo laboral que traiga la próxima pandemia esté el hecho de que veamos a un verdadero jefe robot con capacidad para tomar decisiones sobre nuestro trabajo y valorar nuestra actividad. Y que este juicio tenga consecuencias en la recompensa que recibimos y en el desarrollo de nuestra carrera profesional. 

Los nuevos modelos de actividad laboral

Mucha gente considera estos días que la posibilidad (o la obligación) de teletrabajar es un gran avance. Desde el gran experimento chino de trabajo en remoto que comenzó en febrero, muchos otros países han adoptado esta solución para mantener la actividad en los sectores que permiten teletrabajar. 

Pero hay modelos que van mucho más allá del teletrabajo. Quizá en la próxima pandemia usted descubra que la mitad de sus colegas de oficina ya no están en su puesto. Y no será por que los hayan despedido. Simplemente trabajarán desde casa o desde cualquier otro lugar, porque en la próxima pandemia podrá haber profesionales que jamás pisen la sede de su empresa. 

Los habrá que incluso dediquen una parte de su jornada a otros proyectos para otras compañías. Algunos trabajarán para varios jefes, con una relación muy diferente, con otro tipo de organizaciones, abiertas a una nueva flexibilidad. Estas formas de actividad que podrían surgir cuando llegue la próxima pandemia implican lógicamente modelos de reconocimiento y de carrera profesional que nada tienen que ver con los actuales. Las maneras de valorar el rendimiento y la eficacia también cambiarán; y los modelos de retribución se tendrán que adaptar a una realidad inédita.

Fuente: Expansión

Escenario post-covid19: Formación a distancia

El cambio se dará en muchos ámbitos. Si haces un repaso de todos los procesos, las funciones y responsabilidades de la gestión de personas afecta a todo. A cómo nos organizamos como empresa, al liderazgo, la forma en que damos feedback, a la evaluación de rendimiento, a la organización del trabajo. Probablemente lo tengamos que asociar más a entregables, no sé dónde trabajas ni cómo lo haces, pero tienes la obligación de entregar este trabajo en una fecha.

Creo que va a cambiar también el tipo de capacidades que vamos a requerir. Va a ser más importante la autonomía

Estamos acostumbrados a un tipo de liderazgo muy de instrucción, más de dirección. En un momento en el que el trabajo remoto es importante las capacidades para organizarte el tiempo y las tareas van a ser importantes. Ese es el tipo de personas con las que querremos trabajar. La forma en la que remuneremos, con esa tendencia a trabajar remotamente, perderán importancia los empleos con contratos laborales con una seguridad altísima y empezarán a surgir esos esquemas de freelancers que prestan su talento parciamente y lo hacen a varias organizaciones

Seguramente los convenios no tendrán ninguna importancia. Y se pagará más por las capacidades que uno sea capaz de aportar, por los resultados que sea capaz de proveer que por el número de horas o el nivel que represente.

La formación tanto desde el punto de vista de cómo la distribuyo como hasta qué punto soy capaz de desarrollar según que capacidades La formación a distancia no es algo nuevo, es algo que llevábamos viviendo desde hace años y con bastante éxito. Se multiplicará pues seguramente sí.

Fuente: PeopleMatters

La tecnología como soporte a las estrategias de RSC

Los cambios incesantes que está sufriendo el mundo, marcado por importantes problemas sociales y medioambientales y en el que se ha impuesto la hegemonía de las tecnologías de la información y la comunicación, está variando también las estrategias de negocio de la empresa del futuro. Éstas van a estar muy ligadas al departamento de RSC, desde el cual debe inspirarse a sus líderes para que den un propósito a la compañía. Un propósito que muestre su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados de cara a 2030, que pueda incluirse de forma transversal en todos sus departamentos y en su radio de actuación y que, lógicamente, le haga crecer.

Ya no se trata solo de subirse al carro de la sostenibilidad y de la obra social buscando impulsar una mejor imagen, sino de tomar conciencia de la responsabilidad que cada corporación tiene con el mundo que le rodea. El fin social de la empresa ha evolucionado, y éste ya no es solo proteger el valor del accionista.
Por eso es necesario incorporar a consejeros que estén formados en materia de RSE y que sean capaces de gestionar esta nueva forma de relacionarse con el entorno interno y externo de la compañía, y de responder a los retos globales que se plantean.  Y una de sus funciones clave será la de identificar y establecer alianzas internas, entre departamentos, y externas con el objetivo de definir proyectos que contribuyan a la consecución de las metas, y poner en valor dichos avances.

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